La resiliencia es la capacidad para resistir y enfrentar situaciones que causan sufrimiento. Es una poderosa herramienta del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y transformarlas de manera positiva. Hay padres que pierden a sus hijos, enfermos que superan la enfermedad, personas que sobreviven a entornos límites de encierro y falta de libertad. Pero el ser humano, tiene una gran capacidad para encontrar sentido a las experiencias más terribles. Sobrevivir es la regla, y el instrumento natural para combatirla es la resiliencia.
Esta característica de la vida cotidiana también es aplicable en el deporte. Tanto desde la adversidad, la lucha, las caídas, las pérdidas, las lesiones, las derrotas, etc., resulta interesante como sus beneficios predisponen a un favorable desempeño.
La condición fundamental para la emergencia de la resiliencia, es haber logrado el encuentro a lo largo de la vida, con alguna persona significativa que nos aceptó en forma incondicional, base fundamental para la construcción de la autoestima y la autoconfianza. Se refiere a aceptarnos tal cual somos, con nuestros errores y virtudes, con nuestra parte positiva y negativa, sin perder de vista que somos personas valiosas.
Detrás de todo jugador resiliente, se encuentra un gran entrenador que actúa como red de sostén, quien confía en sus habilidades y fortalezas, enseñándole a actuar como soporte de los demás compañeros, para alcanzar los objetivos del equipo deportivo. Este mecanismo actúa como filtro ante las presiones ambientales. Un fallo injusto, un error en una jugada, en una definición, un tanto en contra al comienzo del partido, no impide ni condiciona el seguir adelante.
Ante su continua repetición se va creando un mecanismo de defensa extremo, donde ante la adversidad se responde siempre de la misma y efectiva manera.
La fortaleza del jugador se refiere en responder a los negativos estímulos de la mejor forma posible, y este es el dilema, ya que las emociones y pensamientos fluctúan todo el tiempo, siendo nuestra mente la encargada de triunfos o derrotas.
Ante sucesos adversos, nos fortalecemos por la experiencia, adquirimos mayor confianza en nuestras habilidades y nos volvemos más sensibles a los padecimientos de otros, ya que nosotros también lo hemos padecido. Da lugar a la famosa empatía en la capacidad de poder comprender y ponernos en la situación del otro.
Si bien en la resiliencia se encuentran carencias de base en los vínculos más tempranos, es algo que cualquier persona puede desarrollar y aprender mediante una positiva relación interpersonal y social con su ambiente. Los grandes competidores tienen una gran facultad para manejar el fracaso ya que son capaces de recuperarse de las decepciones o errores y seguir compitiendo. La primera cosa que el deporte te enseña es que tienes que levantarte cada vez que te caes. Caer está permitido, pero levantarse es una obligación.